domingo, 24 de octubre de 2010

SEÑOR QUEREMOS VER A JESÚS

Como todos los años en Octubre, celebra la iglesia, en todo el mundo el día del DOMUND, Domingo Mudíal de la propagación de la fe. Es el día 24 de este mes, Además este año celebramos el centenario del nacimiento de la Beata Madre Teresa de Calcuta.
Nace un 26 de agosto de 1910, en Skopie, Macedonia. La antigua Yugoeslavia.

" ••• Por eso también salió la gente a su encuentro, porque habían oído que él había realizado aquella señal. Entonces los fariseos se dijeron entre si; {(Veis cómo no adelantáis nada, todo el mundo se ha ido tras él. »
Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaída de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús », Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús" (Juan 21, 19-22)

Este es el texto del que toma pie el Papa Benedicto XVI para hablarnos del lema del DOMUND: « Señor, queremos ver a Jesús. » No hay una expresión que identifique mejor el por qué de la vocación misionera.
La esencia de la Iglesia es el anuncio del Reino y del anuncio el principio, el centro y la culminación es Jesucristo.

Nos dice la Evangelii Nuntiandi, de Pablo VI, 27: "La evangelización también debe contener siempre
--como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo-- una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios.

No una salvación puramente inmanente, a medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se agotan en el cuadro de la existencia temporal y se identifican totalmente con los deseos, las esperanzas, los asuntos y las luchas temporales, sino una salvación que desborda todos estos límites para realizarse en una comunión con el único Absoluto Dios, salvación trascendente, escatológica, que comienza  ciertamente en esta vida, pero que tiene su cumplimiento en la eternidad."


NUESTRA MISIÓN ES ANUNCIAR A JESUCRISTO.
Sea el sacerdote de congregación o diocesano, laico y laica, casado o soltero, si realmente estamos llenos de Dios hay que ser misionero. Es Dios tan grade que todos tienen derecho a ver a Jesús como dice el Evangelio.
La vocación nace del corazón, del alma, de los sentimientos más bellos y profundos del misionero. Jesucristo vale la pena, creer en Dios, en la iglesia, los sacramentos, nuestras oraciones, nuestras peticiones, catequizar, bautizar y dar la comunión a los niños, asistir a los enfermos, amar con el amor de Cristo y de María, eso es lo que ilusiona y enciende la vocación misionera. Sin Jesucristo no hay horizontes.

Se habla hoy mucho de misión y misiones y son palabras que creo han perdido un tanto su fuerza. Cierto que salir de sí mismo para evangelizar es una misión, un acto de apostolado, es transmitir la fe.
Es maravilloso. Pero hay misión y misión, y misioneros y misioneros.

No es lo mismo dar un misión en la propia parroquia, o en la misma diócesis, o en el mismo país que salir de su patria, caminar a otra nación, y ser uno de tantos de los habitantes de ese lugar, y renunciando de alguna forma al propio lugar que le vio nacer.

Tampoco es lo mismo ir de misiones por quince días, o por un mes o por un año que ir para toda la vida. "El ad vital significa la total entrega para siempre, sin vuelta atrás, olvidándose de sí mismo.
Es dar la vida por la evangelización para siempre, con promesa de obediencia, hasta la muerte".

Decía el fundador de los padres Combonianos, San Daniel Comboni, (1831-1881): "África o muerte, desposorio con África". Murió a los 50 años joven, desgastando su vida por los africanos.
Podríamos añadir además del salir fuera de la patria y el que sea para siempre, otras dos facetas de la misión tal como se ha entendido siempre en la Iglesia: "entre los pobres y entre los más abandonados en la fe, o no la han tenido o tienen muy poco o la perdieron totalmente, El P. Juan José Alarcia, resume en pocas palabras las cuatro características de la vocación misionera, la verdadera vocación como se ha entendido siempre:
1) "fuera de la patria,
2) con los pobres,
3) con los que no tienen fe,
4) para toda la vida:'

Sin duda que todas las formas de misión y en tiempo, lugar y destinatarios son válidas. Pero no debemos olvidar lo que siempre fueron las misiones en la iglesia, y donde un Francisco Javier, misionero en el Japón, Madre Teresa, misionera del mundo y para los más pobres entre los pobres, Damián de Veuster, apóstol de los leprosos en Molokay. Juan Gabriel Perboyre martirizado en China a los 33 años, y tantos y tantas que entregaron su vida a Jesucristo a traves del amor a los más abandonados.
Lógicamente esto exige una fe adulta y madura y una fuerte espiritualidad, fundamentada en la oración, los sacramentos, la mortificación.

VALE VIVIR LA VIDA EN ESTA VOCACIÓN
A finales del siglos XIX y principios del xx, cuando los viajes, al no haber aviones se navegaba por los mares, se cantaba una canción dulzona pero bella que yo la sentía cantar a mi hermana de pequeño:

Mañana en un frágil barco
Me he de engolfar en la mar
Daré un adiós a mi patria
Mi último adiós quizás
Peligros de muerte
Me esperan allí
Y si Dios quisiera
Que no vuelva más
Mi Corazón te entrego
Oh Virgen celestial

No hay misiones sin sacrificio, sí aporte, sin oración. Los misioneros solo podrá a anunciar a Jesús, “los hombres podrán ver a Jesús”, si tienen vocación y la iglesia reza por ellos y les ayuda.
Es una empresa de todos y para todos.
La iglesia seguidora de Jesús tiene que estar presente en lo que se ha dicho a la vanguardia y la retaguardia. Los del frente y los que se quedan para apoyarles.

Sin una iglesia que no se compromete no hay misiones ni misioneros.

Por: P. FRANCISCO DOMINGO