lunes, 24 de mayo de 2010

PRIMER DISCURSO DE SAN PEDRO (I Parte)

Hechos 2, 12 - 21


En términos generales podemos decir que los discursos de los Hechos de los Apóstoles no son, ante todo y sobre todo, como los discursos de Jesús en los evangelios sinópticos, depósitos para conservar tradición, sino recursos narrativos para describir situaciones determinadas.

Lucas introduce un discurso preferentemente cuando quiere darnos la interpretación de un acontecimiento.
Lo que él pretende es mostrar cómo, según sus informaciones personales, se había predicado de hecho en determinadas situaciones.

Es verdad que la oratoria de Pedro es distinta de la de Pablo, pero esto se explica, al menos en parte, por la diversidad de cultura y situaciones en que se pronunciaron los discursos.
Hay que decir que en el libro de los Hechos de los Apóstoles, nos encon tramos con cinco discursos de Pedro, pero sólo comentaremos el primero por ser uno de los más significativos.

DISCURSO DE PEDRO EN PENTECOSTÉS.

Después de la Ascensión de Jesús los discípulos, por primera vez proclaman el anuncio, cumpliendo el mandato de predicación misionera de Jesús, comenzando por Jerusalén.
El discurso se abre presentando a Pedro y a los Apóstoles, hablando libremente ante una multitud.
Pedro aparece de pie al modo de los oradores griegos: "judíos y vecinos de Jerusalén", representan a todo Israel, al cual Pedro se dispone a contarle algo de suma importancia.

El discurso, continúa refutando a los judíos, que habían visto derramarse el Espíritu sobre los apóstoles y lo habían interpretado como un estado de borrachera. (Hch. 2,14-16).
La venida del Espíritu Sato sucede a la hora de tercia, (09:00a.m. aproximadamente) y salieron inmediatamente a predicar la resurrección de Jesucristo después de las lenguas de fuego y viento del Espíritu.
Es así como Pedro defiende que los hechos extraordinarios de Pentecostés se deben a una actividad de Dios, a su Espíritu.

SAN PEDRO DICE EN EL DISCURSO

(Act. 2, 22-25 Y 27) "Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.

Por: Sonia Encinas