lunes, 24 de mayo de 2010

PRIMER DISCURSO DE SAN PEDRO (II Parte)

Porque no dejarás mi alma en el abismo.
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.

Para apoyar su postura, introduce una cita del AT, de Joel (3, 1-2), Pedro ve también en este efecto de Pentecostés el cum plimien to de esta profecía.

Joel fue un profeta cuya vida puede situarse alrededor del año 400 a. de C.- en el texto de Joel se promete que el Espíritu será dado a todos los miembros del pueblo de Dios, sin excluir a los esclavos y esclavas israelitas. En Pentecostés, en cambio, el Espíritu se ha posado sobre todo el grupo de los discípulos, y Pedro ofrece la misma posibilidad de recibirlo, a todos los que se agreguen a la comunidad.

El profeta anuncio en este lenguaje el nacimiento de una nueva era, el parto de una nueva criatura que nacerá del Espíritu. Y Pedro señala que esa criatura está naciendo ante los ojos y oídos de los allí presentes.

LA PROMESA DE JOEL TIENE SENTIDO UNIVERSAL


"EI Espíritu llenará a hombres y mujeres, a jóvenes y ancianos, ya que ése es el significado original que se encuentra en la profecía de Joel. El final de la cita profética ofrece a Pedro la ocasión de introducir a Jesús en su predicación; dice el Profeta que "todo el que invoque el nombre del Señor será salvo." Ese Señor, para Joel, del Antiguo Testamento, es Yah-veh, el Dios de Israel;  más para Pedro ese Señor, cuya invocación salva, es Jesucristo, Juan 1, 1 y 14: "el Verbo era Dios y el Verbo se hizo carne", que vino al mundo para redimimos. 

Y San Pedro lleno de emoción y fe continua de la misma línea del Profeta: "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo", (Juan 236-38).

Anímate a seguir leyendo los demás discursos de Pedro te sorprenderán.

Por : Sonia Encinas