Pero no podemos olvidar el día de hoy, 24, fiesta del DOMUND, Domingo Mundial de la Propagación de la Fe, Iglesia Misionera que, no olvida las palabras de Jesucristo que dirige a todos nosotros como su último testamento antes de ascender al cielo: « Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.« Juan 28, 18 - 21.
El mes de noviembre es el mes de todos los santos, de las almas del purgatorio, de nuestro San Martin de Porres, como también de San Martin de Tours, el que compartió su túnica con un pobre que era el mismo Cristo. También hacemos memoria del Papa León Magno y de san Alberto Magno, que sin ser Papa fue un gran Teólogo en Paris y profesor de Santo Tomas de Aquino.
También María está presente en el mes de noviembre con la Festividad de la Presentación el día 21, la advocación de Nuestra Señora de la Providencia y muy en especial el día 27 la Festividad de la Virgen llamada uestra Señora de la Medalla Milagrosa. Pero como un broche de oro está el día 21, Fiesta de Cristo Rey, último domingo del año Litúrgico. Cristo Reyes como decía San Pio X (1903 - 1914): instaurar todas las cosas en Cristo, es decir que sea la razón de nuestra vida, de la muerte, de todos los acontecimientos, de todo nuestro apostolado y de todo el acontecer de la historia humana.
El mes de noviembre no es un mes triste. A lo sumo es un mes del purgatorio, almas salvadas y purificándose, y también el mes del cielo por los santos que sabemos que gozan con Dios que nos aman y nos cuidan como la Virgen María, Madre siempre cercana, modelo e intercesora.
La Madre de Jesús se aparece de cuando en cuando para recordarnos, como hace toda madre, que debemos ser un poco mejores cada día. Y lo hace por amor. Además, nos mandó que lleváramos su medalla, que es como su fotografía, que la llevemos en el cuello y recibiremos grandes gracias porque ella las pedirá a Jesucristo para nosotros. En 1858 hubo tantos milagros por intercesión de la Virgen a través de la medalla que se la llamó milagrosa, aunque todos sabemos que el único que concede gracias y hace milagros es Dios.
Por eso es que el mes de noviembre es bello desde el día primero hasta el último día. Lleno de Dios, de María, de todos los santos y de las almas purificándose que nos piden que recemos por ellas para purificarse e ir pronto a los brazos de Dios y de la Virgen por toda la eternidad. Bello el mes de noviembre.
P Francisco Domingo CM